El Ojo Guía- devocional del mes de mayo

El Ojo Guía – Ojo Que Ve

Al sentarme en la Iglesia para el estudio bíblico, observé un perro guía que demostró la obediencia ciega a su dueño. Se interpretó el decrescendo de la música como tiempo para abandonar el santuario por lo que el perro iba a guiar a su maestro hacia afuera. Justo entonces, el cantante entonó otra canción. El dueño entonces acarició al perro y se sentó de nuevo y esperó. Pensé, hmm, hay aquí una lección: no se trata de un perro con ojos que ven, sino sobre “el Ojo Que Ve”.

Un autor desconocido escribió una vez, escribió las siguientes palabras: “Cristo es la cabeza de esta casa, el huésped invisible en cada comida, el silencioso oyente de cada conversación.” ¿Y qué sería si lo viéramos?

Marcos 6:45-54 Reina Valera Contemporánea (RVC)

45 Enseguida, hizo que sus discípulos subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla, a Betsaida, mientras que él despedía a la multitud, 46 pero después de despedirlos se fue al monte a orar.47 Cuando llegó la noche, la barca ya estaba a la mitad del lago, y Jesús estaba en tierra solo; 48 pero cerca del amanecer fue hacia ellos caminando sobre las aguas, pues los vio remar con mucha dificultad porque tenían el viento en contra. Hizo el intento de pasar de largo,49 pero ellos, al verlo caminar sobre las aguas, pensaron que era un fantasma y comenzaron a gritar, 50 pues todos lo vieron y se asustaron. Pero él enseguida habló con ellos y les dijo: « ¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!» 51 Al subir a la barca con ellos, el viento se calmó. Y ellos estaban muy asombrados. 52 Más bien, su corazón estaba endurecido, y aún no habían entendido lo de los panes. 53 Terminada la travesía, llegaron a la orilla y tocaron tierra en Genesaret. 54 Tan pronto como bajaron de la barca, la gente reconoció a Jesús… (https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mark+6%3A45-54+&version=RVC;NIV;NKJV)

1. (vv. 45-47), Jesús instruyó a sus discípulos a que entraran en un barco y navegaran a Betsaida, a unos tres kilómetros y medio. Obedientemente, comenzaron a navegar y todo iba bien a la primera. Todo iba como podía esperarse. Después de todo, ellos estaban en la voluntad de Dios, rumbo a su destino dirigido por Dios. Ellos estaban familiarizados con ese entorno así que imagine cómo se despertó su confianza. El mar estaba en calma. Podían pescar si así lo desearan. ¡No había otros barcos…no tenía competencia! ¡Qué éxtasis! ¡Qué seguridad! ¡Ya estaban a mitad de camino! Probablemente ellos hicieron planes para todas las cosas que podrían ocurrir en Betsaida.

2. (v. 48) Entonces la naturaleza dejó de colaborar. La pesca ya no fue fácil. Tenían dificultades a la hora de remar en los vientos fuertes. La vida comenzó a propulsarse contra el grano de su zona de confort. Los vientos de la adversidad sopló, pero Jesús les vio a ellos. Él les permitió a agotar sus esfuerzos. No podía ver que Él los estaba viendo porque estaban centrados en la tormenta. ¡Qué irónico!

Algunas veces, las circunstancias (la opresión, ansiedad, incomodidad y/u otras fuerzas contrarias,), oscurecen nuestra visión del Maestro. Él no se mostró en la Primera Vigilia (6:00PM a 9:00PM), la Segunda Vigilia (9:00pm-12:00AM), ni en la Tercera (12:00am-3:00AM). La corta distancia se les tomaba más de nueve horas. Por entonces, sabían que su única esperanza era la ayuda divina. Aunque no lo veía, podemos imaginar que gritaban como el ciego de Betsaida, “Jesús, Hijo de David, ten misericordia…”.

Cuando la vida retarde nuestro progreso y aparentemente aborte nuestra misión, necesitamos nuestro ojo que guía. Todos lo tenemos. Dios ha dado a todos una medida de fe (Rom.12:3b) y eso es el ojo que guía de un cristiano.

3. (v.48) Sobre la cuarta vigilia, (3:00am-6:00AM…el gozo viene en la mañana) cuando, sin duda, la desesperación se había establecido, Jesús apareció, pero con un poco de humor. Él estaba para pasarles atrás. Lo único que sabían era que estaban a punto de perder su vida en la tormenta y las cosas estaban empeorando. ¡Qué hora para aparecer un fantasma! Todos ellos lo vieron y se asustaron. No lo reconocieron a Él a pesar de que había pasado mucho tiempo con Él. Hay el ver y el ojo que ve (el ojo guía.

Al no reconocerlo, nos hacemos perplejos. Sus preguntas podrían ser: ¿No nos instruyó Jesús que entraremos en el barco? ¿No entendimos lo que nos dijo? ¿Él no supo que habría una tormenta cuando casi habíamos alcanzado nuestro destino? ¿Por qué Él nos pone en una extremidad cuando todo lo que estábamos haciendo era lo que Él nos dijo que hiciéramos?

Podemos también repetir esas mismas preguntas cuando no entendemos lo que él está haciendo en nuestras vidas. No desespere. Mantenga un buen coraje. Él será visto por nosotros, cuando escuchamos sus palabras, (v.50) ¡Anímense! Soy yo. No tengan miedo. (2Cor. 4:7-9) Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos –

4. (vv. 51-53), Jesús subió a la barca y el viento se detuvo y los discípulos estaban asombrados. ¿Cómo podemos llegar desde el punto de casi ser superados por la tormenta hasta el estado de asombro y maravilla? Esto es posible sólo mediante la intervención divina. Cuando reconocemos que Jesús está involucrado en nuestra situación, que Él es nuestro “buque”, podemos, con certeza, pisar en el camino que conduce a nuestro destino/propósito.

5. (v.54) Cuando Jesús y los discípulos desembarcaron en la tierra, la gente lo vio por quién es Él para con ellos: el taumaturgo; uno de los profetas; el Gran Médico; y Maestra. También nosotros podemos ver a Jesús. Verlo por lo que Él ha sido hacia nosotros: Salvador; Sanador; Bautista; Libertador; Proveedor; Fortaleza; Consolador; Guía entre otros atributos.

En medio de los problemas, esforcemos a usar el ojo que ve (el ojo guía) para reconocer que Él nos está conduciendo hacia nuestro destino. Él está siempre con nosotros. Recordemos, por encima de todo, Él, nuestro ojo el que ve (ojo guía) viene otra vez. ¡Miren para arriba! Mantengan sus ojos en Jesús. ¡Confíen en Ojo que ve – “el Ojo guía!”

REFLEXIÓN

1. Dios nos ve dónde estamos, pero ¿podemos verlo donde Él está?

2. La excelencia de Su poder reside en nuestro ojo guía (ojo que ve). Discutir.

La Dra. O. A. James