COMO EL BARRO EN LA MANO DEL ALFARERO- Devocional del mes de junio

Cada palabra que oímos no siempre viene del Señor, pero Jeremías nos ha dado un recuento de una de las veces cuando escuchó del Señor.

LA LECTURA DE HOY

Jeremías 18: 1-6 Reina Valera Contemporánea (RVC) 

La palabra del Señor vino a mí, Jeremías, y me dijo:«Levántate y ve a la casa del alfarero. Allí te daré un mensaje.»Yo me dirigí a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando sobre el torno. La vasija de barro que él hacía se deshizo en su mano, así que él volvió a hacer otra vasija, tal y como él quería hacerla.Entonces la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: «Casa de Israel, ¿acaso no puedo yo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero? Ustedes, casa de Israel, son en mi mano como el barro en la mano del alfarero.

—Palabra del Señor….”

  1. (v.3) Jeremías vio al alfarero trabajando en la rueda. Un alfarero tiene la tarea de laborar en la rueda con un solo objetivo en mente: producir obras maestras deseables que le traerá satisfacción, reconocimiento, aprobación y distinción. Jeremías vio al alfarero consistentemente en la rueda con un propósito en mente. El producto final debe ser utilizable. Todo el proceso incluye la conformación, la reestructuración, el purgar, la calefacción, la rotación y, a veces, el machacar y el empezar de nuevo. Cada etapa del proceso causa la incomodidad.

Somos hechura de Dios, creados para realizar buenas obras las cuales Él ha ordenado de antemano para que andemos en ellas. Dios, el Alfarero Maestro desea que demostremos Su habilidad, carácter y artesanía. ¿Puede Él alardear sobre nosotros? Nuestro carácter debe desplegar la obra de un genio. ¿Sabe que seremos firmes? Él conoció a Job y alardeó sobre él. Quizás digamos, “No señor. No me despliegue así.”

Recuerdo una experiencia de aprendizaje que mi abuelo le enseñó a mi primo cuando yo tenía unos ocho años de edad. Ella se empeñaba en tocar la colilla de su cigarro. Ella no iba a ser disuadida. Por último, él dejó de sacarla fuera del alcance cuando ella la tocaba. Esa fue la última vez que intentó tocarla. En sucesivas ocasiones cuando él tenía su cigarro encendido, nadie tuvo que decirle que no lo tocara. Si ese es la manera correcta o no, me reservo mi opinión. Él ya no está aquí. A veces nos empeñamos en hacer nuestras propias cosas a nuestra propia manera y sufrimos las consecuencias.

  1. (v. 4) ¿Cuán obedientes somos? ¿Cuán admirables somos? ¿Cuán deseables somos? Jesús ha invertido mucho en nosotros. Primero de todo, Él dio su vida para que podamos convertirnos en Su justicia. ¡Qué sacrificio! Él aceptó los latigazos en la espalda, de manera que somos curados. ¿Te sientes rechazado? Jesús enfrentó eso (Salmo 22:1), pero Él estaba pensando en nosotros y por eso no abandonó la cruz. ¿Será que su agonía y su vida sean inútiles? A veces la vida nos da unos azotes que nos aplanen, estiren, magullen, humillen y/o nos quebranten. Todo es para podar y formar el carácter. Permanezca firme en su confesión de fe, y si aún no ha confesado la fe en Él, solo le pida ahora mismo para que le ayude a darse cuenta de que él está en control de todo. Pídale que le dé la tenacidad para sufrir penalidades como un buen soldado. Esté decidido a pasar por el proceso de ser conformados a la imagen de su Hijo amado. Cuando estemos consternados, recordémonos que el barro que se estropeó aún estando en la mano del alfarero. Él lo hizo de nuevo. Para rehacerlo podría haber necesitado demolición, extracción de piedritas, el exprimido y algunos gritos de ¡OUCH! Esto también sucede cuando experimentamos el proceso de purga. A menudo deseamos lo que parece o se siente bien para nosotros, no necesariamente lo que Él sabe que es lo mejor para nosotros.
  1. (4b)… tal y como él quería hacerla…. La consistencia del barro en la mano del alfarero, dicta que es flexible. Dios quiere que seamos flexibles. Resistir que Él nos moldee, resultará en nuestro quebramiento aún al punto de estar estallados. Al conformar a Su plan habrá un mayor beneficio en nuestro caminar con Cristo. De ningún modo es fácil. Sin embargo, el producto final es para Su honra y gloria. Él desea vasos de honor. Mientras que los vasos están en proceso de ser hechos son abofeteados, girados, recortados, y echados al fuego. Era necesario alisar los bordes dentados y/ o recortarlos. ¡Eso sí duele! el Señor [Padre] disciplina al que ama. Nos trata como a Sus propios hijos. Al igual que nuestros propios hijos y sus diferentes tendencias, somos propensos a responder a nuestra propia manera terca. Dios conoce nuestras inclinaciones y, por eso, pues Él sabe cómo halar nuestra oreja, impulsarnos con la vara y así llamar nuestra atención. El fuego nos hace correr hacia Él en busca de consuelo y apoyo. Cuando corramos a Su palabra para aliento eso es una parte del proceso de refinación.
  1. (v.6) Estamos aquí comparados a la casa de Israel, los elegidos de Dios. Le llamamos Señor. ¡Que así, sea él! Permitámosle que haga Su voluntad y que obre en nosotros para que Él, con orgullo, pueda presentarnos ante el Padre. Cuando se exprima el olivo se produce aceite. ¡Qué fragancia salga cuando se haya machacado la rosa! Él nos quiere que rebosemos su belleza – Su obra de arte. En la medida que buscamos reflejarlo que nuestro clamor del corazón sea, “Yo soy Tuyo, Señor. Produce en mí un vaso de honra que Te traiga gloria.” Que seamos un ejemplo de Cristo. Traígale satisfacción, reconocimiento, aprobación y distinción como barro en la mano del Alfarero.

 

Reflexión

  1. ¿Ha existido un momento cuando usted diría, “OK, Señor, esto es demasiado para mí”? ¿Qué hizo entonces?
  2. ¿Cuál es su opinión sobre lo que se necesita para convertirse en un soldado de la cruz?

Dr. O. A. James